En
Suiza, el tiempo de Navidad comienza con el Adviento, cuatro domingos antes de
Nochebuena. Comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad. El adviento
se inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de noviembre y termina
antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1º,
2º, 3º y 4º de Adviento. En los días del 16 al 24 de diciembre – llamado la
Novena de Navidad – se prepara más específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo del Adviento es una invitación a meditar sobre la venida del Señor.
Por una parte es nuestro legado histórico que simboliza la espera que vivieron
los pueblos, desde Adán hasta la encarnación, y abarca todo el Antiguo
Testamento y, por otra parte, es la preparación moral del hombre de hoy a la
venida del Señor.
Durante
el siglo XIX se consideraba que esta fase – o tiempo de espera – era un método
pedagógico idóneo para enseñarle a los niños paciencia antes de recibir una
recompensa. Para que los chicos pudieran soportar mejor el tiempo de espera
hasta el día del reparto de los regalos, en los tiempos que corren, los padres
compran un calendario de Adviento con 24 ventanitas, una para cada día de
diciembre hasta Nochebuena. En mis tiempos de chiquilla, mi madre confeccionaba
el calendario con cajitas de fósforos (cerillas) vacías que decoraba con
papeles de colores y rellenaba de diferentes caramelos y chocolates. Las cajitas las pegaba a
una tela de yute o cartón duro. Se pueden imaginar la guerra entre los cuatro hermanos en mi casa por abrir las cajitas, que muchas veces no contenían nada porque
uno de nosotros se lo había comido a escondidas. J
Estos
calendarios de Adviento forman parte de las tradiciones navideñas suizas, igual
que las coronas de Adviento con cuatro velas, una para cada domingo de
Adviento. También las coronas las hacía mi madre. Para ello nos llevaba de
paseo al bosque, que teníamos al lado de nuestra casa, donde recogíamos todo
tipo de materiales para su confección, como hojas y piñas de abeto, avellanas y
musgo para el belén, del que se encargaba mi padre. Para la corona de Adviento
se necesita alambre metálico para unir las hojas, decoración navideña, como por
ejemplo, piñas y lazos y las cuatro velas con su portavelas.
Otra
tradición suiza es la del día de San Nicolás, el 6 de diciembre. Cada cantón suizo
tiene su propia variación tradicional. Pero, para la mayoría de los niños, San
Nicolás, era una figura que infundía miedo, ya que los adultos nos decían que era el mensajero del niño Jesús que venía a ver si
nos habíamos portado bien durante el año.
Para agradar a San Nicolás – Samichlaus en el área germano-parlante –
cada niño tenía que aprenderse un poema, canción o refrán navideño de memoria, que
recitaba delante de esta figura de atuendo rojo y barba blanca postiza,
siempre lo bastante separado de su ayudante, Schmutzli, - tradicionalmente
el encargado de castigar a los niños malos con una vara o de amenazar con llevarlos
al bosque encerrados en un saco si no obedecían a sus padres -, no nos viera. Si
el "recital" era del agrado de San Nicolás, nos obsequiaba con un saquito de yute
lleno de manises (cacahuetes), mandarinas, pan de especias, chocolates y galletas.
En
el cantón Tesino (Tessin) y en algunas zonas de la Suiza francófona existe una
pareja femenina de San Nicolás: se llama Befana
(derivado de epifanía) en la Suiza italiana y Chauche-Vieille en la Suiza de habla francesa.
Otra
tradición muy especial es la caza de Nicolás, el Klausjagen. Tiene lugar en las regiones católicas de Suiza, sobre
todo en Küssnacht am Rigi, en el cantón Schwyz. Es una representación ruidosa
con luces, cuernos y látigos, en la que unos 200 hombres, ataviados con camisas
blancas, barbas postizas y una mitra de obispo (ínfulas) de papel transparente coloreado, saltan por las calles
saludando a la gente haciendo reverencias. Al final de la
procesión y escoltado por varios asistentes (Schmutzli)
con antorchas, aparece Nicolás, todos ellos acompañados de centenares de
hombres (cazadores de Nicolás) que llevan camisas blancas de labriegos y
grandes cencerros que balancean en sus caderas.
La
Nochebuena en Suiza es una fiesta familiar. Es cuando se reúnen todos los
miembros de la familia y se comparte una cena festiva, se cantan villancicos y
se reparten regalos, todo alrededor del árbol de Navidad que alumbra con todo
el esplendor de sus velas naturales (no se solían utilizar velas eléctricas
cuando yo era pequeña). Después de la cena, las familias van a la misa del
gallo (en regiones católicas) o al servicio divino de medianoche (en regiones
protestantes). Es lo que más me gustaba a mi: pasear bien empaquetados contra
el frío por la nieve hasta llegar a la iglesia, el olor del abeto gigantesco que
había dentro de ella y que siempre llegaba hasta muy muy alto, la luz de las velas
naturales, el ambiente cálido y, sobre todo, escuchar el majestuoso órgano
cuando tocaba himnos navideños – ¡indescriptible!
Otra
costumbre navideña suiza es la elaboración de galletas especiales, pero sobre
ello escribiré en la próxima entrada.
¿Qué
costumbres navideñas habéis vivido ustedes?
Enlaces interesantes sobre las navidades en Suiza:
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