El diseño del blog es creación de Noelia Mendoza Medina

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jueves, 21 de enero de 2016

A título personal

Sorbyphoto, Pixabay

Darle un giro a tu vida cuando has vivido más de la mitad de ella no es cosa de cobardes. Lo sé porque lo estoy viviendo. Esta entrada no es un tratado sobre la traducción sino una despedida. Madurar es genial; me considero muy afortunada por haber llegado hasta aquí y me da el derecho a citar las palabras de José Micard Teixeira con las que tanto me identifico:
I no longer have patience for certain things, not because I’ve become arrogant, but simply because I reached a point in my life where I do not want to waste more time with what displeases me or hurts me.
I have no patience for cynicism, excessive criticism and demands of any nature.
I lost the will to please those who do not like me, to love those who do not love me and to smile at those who do not want to smile at me.
I no longer spend a single minute on those who lie or want to manipulate.
I decided not to coexist anymore with pretense, hypocrisy, dishonesty and cheap praise.
I do not tolerate selective erudition nor academic arrogance.
I do not adjust either to popular gossiping.
I hate conflict and comparisons.
I believe in a world of opposites and that’s why I avoid people with rigid and inflexible personalities.
In friendship I dislike the lack of loyalty and betrayal.
I do not get along with those who do not know how to give a compliment or a word of encouragement.
Exaggerations bore me and I have difficulty accepting those who do not like animals.
And on top of everything I have no patience for anyone who does not deserve my patience.

Emigré a España muy jovencita. A estas alturas ya sabéis que nací y me crié en Suiza donde me diplomé en Comercio. Nacer en el seno de una familia numerosa (de las de antes), humilde y multilingüe, me dio la oportunidad de aprender a comunicarme, a tratar con personas que quieres, pero también con las que no conoces de nada. En casa de mis padres nunca sobraban «los dineros», más bien faltaban, pero siempre estaba llena de gente feliz, música sublime y libros en cantidad. No nos faltó de nada, mis progenitores siempre tenían recursos para todo y si queríamos algo especial teníamos que ganárnoslo por nuestra propia cuenta. Así comencé muy pronto a trabajar. No había llegado ni a la adolescencia cuando empecé a repartir periódicos en el barrio que me habían asignado. Para ello tenía que levantarme a las cinco de la mañana, desayunar y sacar la bicicleta del sótano, rodar hasta la editorial, recoger las tongas de periódicos, cargarlas en la bici y dirigirme al barrio de reparto. Mis preocupaciones de entonces ahora me parecen lejanas e insignificantes. Le tenía pánico a los perros y en casi todas las casas en las que debía dejar el periódico había alguno que me ponía los pelos de punta. El invierno era un suplicio para el reparto, imaginaos pedalear congelados en la oscuridad, nevando a todo meter e intentando controlar el equilibrio entre el hielo, la nieve, el pelete, los coches… Pero no abandoné. Sabía que era importante ganarme unos «duros».

Tenía pocas pero buenas amigas y en la escuela se reían de mí porque llevaba dos trenzas gordas cuando la moda era llevar un corte de chico. Sobreviví al bulling durante los años de Primaria y, cuando terminé la Secundaria me matriculé en una escuela privada. Carísima ya en aquel entonces. Tuve que ayudar a pagarla y para ello tenía dos trabajos. Ambos eran cara al público. Me encantaba saludar a los clientes habituales, darle la bienvenida a los nuevos y conversar sobre los asuntos que les preocupaban. Al terminar la escuela de comercio me vine al Sur por razones familiares. Hice muchas experiencias buenas y menos buenas; me equivoqué en cantidad de ocasiones pero nunca dejé que eso afectara a mi forma de ser, sino que lo aceptaba como aprendizaje oportuno para madurar.

Me enamoré. Nos casamos. Di a luz a dos tesoros (sin epidural) y los criamos como mejor supimos. Nadie nos enseñó cómo criarlos y los niños tampoco vienen enseñados. Construimos nuestro hogar en los años que siguieron. Seguí trabajando además de cuidar de mi familia. Es todo cuestión de organización. Y quería más. Me puse a estudiar y cambié de trabajo. Hay que mejorar, ¿verdad?

La primera vez que interpreté voluntaria y conscientemente entre un médico y un paciente me di cuenta de que me gustaba más de lo que había pensado. Busqué dónde poder mejorar mis habilidades. Me matriculé en el Acceso para mayores de 25 años en nuestra Universidad. Podría haberme matriculado en el de mayores de 45 años, pero ese curso solo contaba con dos asignaturas y yo la que quería era la de Introducción a la Traducción e Interpretación que se ofrecía en el curso para mayores de 25. Me matriculé solo por esa asignatura y tuve que estudiar seis asignaturas más para aprobar el curso de acceso. Sé lo que es trabajar duro por un sueño. Pero también sé lo gratificante que puede ser.

Aprobé los dos exámenes de entrada (el de español y el de inglés) a la Facultad. El primer año fue muy duro pero se acostumbra uno a todo. Si te organizas bien puedes estudiar, trabajar, cuidar de tu familia y aún tener tiempo para tomarte un café con tus amigas. Pasaron cinco años que aprobé año por año. No repetí ni una asignatura y saqué varias matrículas de honor. No es por dármela sino para mostrar que no hay nada que sea imposible siempre que se desee con todo el alma.  Sí, me faltaba tiempo para muchas actividades, estudiaba hasta horas intempestivas y no disfrutaba de los fines de semana libres. ¿Valió la pena? ¡Sí! Conocí gente extraordinaria; me perfeccioné en la organización de todo lo que me importaba; aprendí a valorar el tiempo de calidad y disfruté estudiando lo que me gusta y no lo que me imponen.

¿Y ahora qué?

Ahora a comenzar de nuevo, como en tantas ocasiones de mi camino en esta vida. No me pesa. Me gusta lo que hago. Comenzaré desde cero, poco a poco, a construir mi pequeña empresa. ¿Me equivocaré? Sí. Todos lo hacemos. Muchos no se quieren acordar de sus comienzos. Muchos, los que valen, estarán ahí para apoyar y animar. Otros aparecerán para ponerte la zancadilla. No importa. Lo que he aprendido a lo largo de mi crecimiento es que los que te ponen la zancadilla lo hacen porque tú eres un peligro para ellos. ¡Aúpa, que vamos por buen camino!

A todos los que me han acompañado en este camino: ¡Muchísimas gracias por vuestro apoyo, por vuestros ánimos y por vuestros Kleenex cuando tocaba desahogarse! Desde luego no hubiera sido ni tan remotamente interesante ni tan divertido sin ustedes.

Queridos lectores:
Tengo noticias desafortunadas (o afortunadas, según se mire) para ustedes. Este blog ha cumplido con su propósito: contar las aventuras y desventuras de una universitaria y futura traductora y, por lo tanto, no habrá más entradas. De vez en cuando actualizaré la Sopa de blogs y la Caja de recursos. Me gustaría daros las gracias por haberme acompañado en estos años, por visitar el blog, curiosear en él y dejar algún que otro comentario. Nunca pretendí que lo visitaran muchas o pocas personas ni tampoco que comentaran o no comentaran. Disfruté escribiendo y seguiré haciéndolo en otros medios. Esta bitácora seguirá en la red para los que quieran disfrutar de ella. El que quiera contactarme ya sabe dónde encontrarme. 

¡Ha sido un placer! ¡Hasta pronto!

4 comentarios :

  1. Hola, Marie-Claire. Aunque no me prodigo mucho en los blogs, el tuyo es uno de los que he leído con asiduidad, a pesar de no comentar, más que nada porque tus artículos siempre han sido extensos y bien fundamentados, por lo que no había nada que añadir. Te deseo mucho éxito en el cambio de rumbo que has decidido tomar.Un servidor está en las mismas, aunque, si he de ser sincero, no sé muy bien hacia dónde tirar. Sí sé que necesito un cambio profundo en mi vida, porque es algo que llebo arrastrando intuitivamente desde hace un año y el deseo de un cambio radical de vida se va intensificando cada vez más. Un abrazo y much suerte.

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    1. Hola, Pablo:
      Muchas gracias por tu comentario, tu sinceridad, ánimos y buenos deseos. Este blog ha representado para mí una vía de desarrollo que no creía que fuera capaz de llevar a cabo. No lo hice sola, desde luego, conté con la ayuda de gente muy allegada que se implicó para que fuera más nuestro y estoy muy contenta con el resultado. Aprovecho para darle las gracias a todos los que compartieron sus artes conmigo, sois, simplemente, geniales.

      Sé muy bien que los cambios cuestan mucho esfuerzo, sobre todo porque conllevan una serie de hechos y circunstancias que no siempre nos agradan cambiar. Dentro del lote “cambístico” nos encontraremos con tantos obstáculos que tal vez queramos abandonar a poco de haber decidido que nos conviene un cambio, implica reflexionar, tener que conocerse de forma más profunda y de buscar una salida en medio de un bosque tupido que nos infunde temor, pero que a la vez ha sido nuestra vida que conocemos y pensamos que es perfecta.

      Los cambios son difíciles. Significan que debemos abandonar la situación de confort en la que nos encontramos para poder ampliar nuestros horizontes y a su vez, es el camino que nos permite pulirnos para convertirnos en humanos mejores; no mejores para los que nos rodean, que también será una de las consecuencias mayores, sino mejores para nosotros mismos a título personal. Implican una serie de reflexiones sobre la vida que llevamos y qué es lo que queremos cambiar en ella. Implica jugársela al todo o nada sin pensar en el fracaso, pero teniendo en cuenta que si fracasamos solo habrá sido una experiencia más de la que podemos aprender para sucesivos cambios.

      Considerando que la vida es corta, sacarle el máximo provecho es ahora nuestra prioridad. Detenerse en los asuntos poco importantes ya no es factible. Debemos buscar la manera de sentirnos bien con lo que hacemos sin hacer daño a los que nos rodean, tarea ardua, lo sé, ya que todos somos tan distintos, ¿verdad? No sé lo que nos depara el futuro, igual hoy, mañana o pasado seremos pretéritos perfectos, quizás futuros simples pero, desde luego, sin ganas de ser condicionales compuestos. La vida la construimos nosotros mismos y hacemos camino pasito a paso. No hay prisa, todo llega. Déjate llevar por el instinto, suele ser un buen ayudante. Disfrutemos de lo que tenemos dándole pinceladas de lo que deseamos y deleitándonos en cada cambio resultante que conseguimos. Verás que el producto final será un cuadro cojonudo. ¡Ánimo en tu camino; estoy segura que tú puedes! :)

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  2. Hola Marie-Claire,
    He topado con tu blog por casualidad, buscando interjecciones en francés... Realmente los caminos del señor son... increíbles. No me ha dado ni tiempo a bucear por él, sólo que al leer esta gran biografía de tu vida, me he sentido tan identificada que necesitaba, y creo que es la primera vez que hago un comentario en la web, decirte que "Chapó", que siempre hay que correr tras nuestros sueños, que si no los alcanzamos, por lo menos adelgazamos, jajjjjj...., que los malos ratos nos harán más fuertes y más sabios, aunque duelan un poquito, pero todo pasa, y que estoy de acuerdo contigo en que el condicional compuesto que se quede " pa ejercicios de gramática" pero que la vida a veces puede ser tan corta que digo yo que nuestros padres nos trajeron aquí para desearnos lo mejor, así es que por ellos y por nosotros, es nuestro turno. Seize the day!

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  3. Hi Marie-Claire, Thanks for sharing this informative post. and there is no doubt This blog has fulfilled its purpose to tell the misadventures and adventures of a college and future translator and, therefore, no more entries. Occasionally you will update the soup blogs and Resource Box . really looking forward It is really informative and attractive post. I will recommend it to others . keep up the good work.

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