...se empeñan en nombrar todas las cosas pero casi siempre terminan encerradas en diccionarios nombrándose a sí mismas.
Los traductores son los profesionales que más utilizan los diccionarios. Es una herramienta de trabajo de gran importancia. Antiguamente, las traducciones se hacían palabra por palabra del texto original, sin embargo hoy en día se es consciente de lo importante que es la situación comunicativa, por lo que se traduce bajo el enfoque pragmático. No se puede traducir un texto que no se entiende. Es por eso que los diccionarios constituyen un ejercicio habitual en la profesión del traductor.
Los traductores son los profesionales que más utilizan los diccionarios. Es una herramienta de trabajo de gran importancia. Antiguamente, las traducciones se hacían palabra por palabra del texto original, sin embargo hoy en día se es consciente de lo importante que es la situación comunicativa, por lo que se traduce bajo el enfoque pragmático. No se puede traducir un texto que no se entiende. Es por eso que los diccionarios constituyen un ejercicio habitual en la profesión del traductor.
El
diccionario es un libro lleno de palabras. Todas ellas figuran ordenadas alfabéticamente.
Podemos encontrar diccionarios de una lengua, ciencia o materia determinada y
normalmente se explican sus significados y vienen enriquecidos con otras
informaciones.
Conocemos
diccionarios diacrónicos – que se
ocupan del desarrollo del léxico de una determinada lengua a lo largo del
tiempo – a los que pertenecen los históricos, que son un estudio de las diferentes fases
evolutivas que se producen en el significado, la forma y el uso de la palabra,
y, los etimológicos, que explican el origen de las palabras y sus
modificaciones fonéticas y semánticas a lo largo del tiempo.
Pertenecen
a los diccionarios sincrónicos – que
son aquellos que recogen el léxico de uso de una lengua correspondiente a un
período de tiempo concreto – los diccionarios de la lengua, que son
aquellos que explican brevemente el significado de las palabras de una lengua y
proporcionan principales datos gramaticales como el género, plural, etc.; diccionarios
de sinónimos y antónimos, que proporcionan listas de palabras de
significado similar o parecido y de significado opuesto, para facilitar la
elección de palabras al redactar textos; diccionarios de autoridades,
que contiene citas de autores literarios consagrados, que con su autoridad
avalan el sentido y el uso del término que se ilustra; diccionarios de dudas,
que son obras de consultas, de carácter generalmente normativo, que expone las
respuestas a las dudas lingüísticas más habituales como las ortográficas,
léxicas y gramaticales que plantea el uso de la lengua; diccionarios de
rimas, que ordena alfabéticamente las palabras según las últimas letras de
cada palabra. Se usan para buscar palabras que rimen con otras en la redacción
de poesías y versos; diccionarios de idiomas, que son diccionarios que
establecen las equivalencias entre palabras pertenecientes a dos o más lenguas;
y, diccionarios técnicos o científicos, con son compilaciones
alfabetizadas de los términos empleados en una determinada disciplina
científica o actividad profesional.
Aquí
tenéis un enlace para ver una recopilación de diccionarios de español,
bilingües, técnicos y regionales.
Otros enlaces sobre diccionarios, glosarios, enciclopedias y textos electrónicos por
José Antonio Millán.
La
primera recopilación de palabras de
la historia se atribuye al rey asirio Asurbanipal en el siglo VII a.C. Aquí
podéis leer sobre su vida.
Este rey asirio mandó inscribir en unas tablillas de arcilla los vocablos más
utilizados en Mesopotamia y fundó la gran “biblioteca” de Nínive que contenía
más de 22.000 tablillas de arcilla con textos sobre historia, filosofía,
medicina, astronomía, poesía y comercio.
En
Grecia, la primera compilación de este tipo se denominó Lexicón y fue obra del filósofo Apolonio en el siglo III a.C., que
utilizó las palabras que Homero empleó en La
Iliada y en La Odisea.
Alonso
Fernández de Palencia fue el que publicó el Universal
vocabulario en latín y romance en 1490 en España.
Antonio
de Nebrija compuso el Dictionarium
latinum-hispanum et hispanum-latinum en 1495, primer diccionario bilingüe
castellano-latino.
Alonso
Sánchez de la Ballesta es el autor de Diccionario
de vocablos castellanos en 1587 sobre refranes castellanos y su
equivalencia latina.
El Tesoro de la lengua castellana o española
de 1611 de Sebastián de Covarrubias fue la obra más importante de la
lexicografía española y recogía tanto los términos clásicos como las palabras
actuales.
En el
siglo XVIII, la RAE publicó en cinco volúmenes su Diccionario de Autoridades, que incluía todas las palabras de uso
común así como algunos términos científicos. A partir de entonces constituyen
la principal obra de referencia lexicográfica en España.
ODA
AL DICCIONARIO
Pablo
Neruda
(…)
Diccionario,
no eres
tumba,
sepulcro, féretro,
túmulo,
mausoleo,
sino
preservación,
fuego
escondido,
plantación
de rubíes,
perpetuidad
viviente
de
la esencia,
granero
de idioma.
Y es
hermoso
recoger
en tus filas
la
palabra
de
estirpe,
la
severa
y
olvidada
sentencia,
hija
de España,
endurecida
como
reja de arado,
fija
en su límite
de
anticuada herramienta,
preservada
con
su hermosura exacta
y su
dureza de medalla.
O la
otra
palabra
que
allí vimos perdida
entre
renglones
y
que de pronto
se
hizo sabrosa y lisa en nuestra
boca
como
una almendra
o
tierna como un higo.
(…)
Y para terminar, os dejo el enlace del blog de Pablo Muñoz Sánchez y su entrada sobre diccionarios monolingües.
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